He tardado… pero volvemos a la ecología emocional, y empezamos:
¿Qué hago con mi ira?
LA IRA EN MEDICINA TRADICIONAL
CHINA
La ira en MTC es la expresión
emocional de la fase Madera, que resuena con la primavera y con el Hígado. El
movimiento de la Madera es hacia arriba, muy impetuoso: es la primera savia abriéndose
camino a través del tronco viejo para alimentar los brotes verdes.
La ira
es pues energía fluyendo hacia arriba: ¿quién
no ha notado cómo le sube el calor en las mejillas y el tono de la voz al
sentirse enojado?
En Medicina China, las emociones
se consideran un fenómeno yang, expansivo e pasajero. La ira está diseñada para ser una emoción de corta duración, y si no se expresa de manera adecuada,
ya sea equivocándose de blanco o por ser reprimida, se producen cambios en la secreción de hormonas del estrés,
especialmente de cortisol. Esto tiene múltiples consecuencias para la
salud, al afectar corazón y riñones provoca riesgo cardiovascular,
hipertensión, sobrecarga renal. La ira
crónica, u hostilidad, es común en personas con una Madera mal adaptada.
Hablaremos de la hostilidad después.
EL LADO BUENO DE LA IRA
Hablemos del lado bueno de la
ira. La ira canalizada y enfocada desemboca
en la creatividad que necesitamos para vencer obstáculos, inventar soluciones ingeniosas
a nuestros problemas, abrir camino hacia nuestras metas. Nos ayuda a no
quedar paralizados cuando tenemos miedo, y a despertar la energía cuando la
tristeza nos la ha robado.
El Guerrero y el Visionario son los arquetipos
de la Madera; saben cambiar de planes, tomar decisiones rápidas, retroceder
cuando toca, o cambiar de dirección si hace falta. Se adaptan a la vida
reconociendo lo que pueden controlar y lo que no, y reservan su ira para cuando
realmente es necesaria, cuando es sagrada.
El brote parte la semilla en dos para salir a la luz y crecer como
planta, y eso es la violencia sagrada de la vida que se expresa a través de la
Madera, en su estación, la primavera; es
la energía del cambio, de la renovación/revolución, del crecimiento…
Bien empleada, eleva nuestra energía
para permitirnos crecer, y entonces enseguida dejamos de necesitarla; nos ayuda
a cambiar circunstancias que no nos permiten crecer más; nos indignamos ante la
injusticia, echamos abajo muros y limitaciones, y proyectamos en el mundo el
cambio que queremos; en su polo
“luminoso” es pues asertividad y creatividad, evolución y revolución.
LA HOSTILIDAD: 5 PASOS PARA RESOLVERLA
Pero si llevamos la ira puesta como una camiseta interior; si sentimos
frustración e impaciencia a menudo, desagrado por las cosas en general, y por
nosotros-mismos; si nos sentimos negativos y cínicos, si no confiamos en nadie y menos en la raza humana; si acabamos a
menudo enfrascados en discusiones estériles; si pensamos a la mínima que todo
va a salir mal…. puede que hayamos caído
en las redes de la HOSTILIDAD.
Bueno… como hemos dicho antes la
hostilidad es nefasta para el cuerpo,
porque el estrés que genera se repercuta a todos los órganos. ¿Y qué
hacemos con ella?
1) ¿Yo, enfadado? Observa:
¿te permites expresar la ira o la eliminas por ser una emoción que te han dicho
es “fea”? ¿La agresividad se manifiesta afuera, con otras personas o sólo en tu
diálogo interno? ¿Te culpas o culpas a
los demás? ¿Te repites mensajes negativos? Observa sin juzgar la
hostilidad, reconócela, conócela, entiéndela. Te habla de tus necesidades
emocionales. El primer remedio contra la
ira estancada es reconocer y satisfacer nuestras necesidades (¡esperar que
los demás las satisfagan no vale, sobre todo si no les informamos del plan!).
2) ¡No te enfades contra el
viento! Recupera el control, aprende a diferenciar: ¿Qué es lo que puedes cambiar, y qué no? Recuerda: el pasado no se
puede cambiar, y el futuro aún está por ocurrir. Lo único que puedes controlar es tu respuesta al presente. De la misma manera, cómo los demás te tratan
es cosa suya, pero cómo tú les tratas es cosa tuya. Acepta
la responsabilidad de tus actos y emociones y no seas una víctima ni de las
circunstancias ni de los demás. Cuando sientas que te estés enfadando,
respira, observa a qué nivel puedes controlar la situación; ¡si no puedes controlar lo externo, sólo te queda controlar lo interno! Un remedio de urgencia para casos dificiles:
coge tu dedo medio en la mano opuesta y aprieta, y toma cinco respiraciones.
Mano de santo.
3) La paciencia es madre de la ciencia…
cuando te pones nervioso porque tienes que esperar, aprovecha el tiempo:
hazte consciente de la respiración, del cuerpo, haz unas respiraciones largas y
profundas para sentirte y piensa: ¡la vida es un día! Si tienes que esperar, ¿para qué malgastar este tiempo en sentirte mal?
¡Aprovéchalo para ti! Si eres un impaciente que (además) toma café, prueba a
dejar el café un par de semanas y observa como varia tu impaciencia en función
de los cafés que hayas tomado. El ritmo
que llevas es el tuyo o ¿es él que te autoimpones para no correr el riesgo de
escucharte?
4) ¡Sí pero es que este tío era muy
tonto! Observa cuando proyectas tu ira: una persona que está internamente nerviosa o
furiosa tiende a proyectar su ira sobre la
persona que tiene enfrente. Sin darse cuenta, puede estar hablando de una
manera sutilmente agresiva y provocando que sus escenarios negativos se
autocumplan. Si sabes que tienes que hacer algo que te pone nervioso de
antemano (ir al médico, hablar con tu jefe o alguien que te cae mal, montar un mueble de IKEA… lo que
sea!) reconoce en qué medida ya estás proyectando el cabreo que te produce
tener que vivir esta situación. ¿Reflexiona: realmente estás obligado a
vivirla? Si no, enhorabuena, puedes escaquearte… Si no tienes escapatoria,
puedes decidir enfocarla de otra manera: visualízalo como si fuera un teatro, e
imagina ahora que haces otro papel en la obra. Por ejemplo, en vez de pensar “Voy al médico, me van a hacer esperar,
ni me va a mirar y me va a despachar con un ibuprofeno y voy a estar super-cabreada”
y visualizar la escena correspondiente (siente como te sientes viendo algo así)
imagínate saludando amablemente al
médico, explicándole bien lo que te pasa; imagina la médica atendiéndote lo
mejor que sabe, tratándote cómo estás deseando; sintiéndote cuidad@ y agradecid@
(ahora siente como te sientes visualizando algo así). Este tipo de ejercicio ayuda a reconocer y
neutralizar la tendencia a proyectar la ira afuera. Te sorprenderás de lo mucho
más sencillas que resultan las cosas cuando no proyectas tu ira sobre las personas
y las situaciones. No hay nada que hacer; si te sorprendes siendo hostil, sencillamente,
reconoce la hostilidad, obsérvala sin juicio, y déjala ir.
5) Una palabra lo cambia todo: Perdón.
Perdonar es clave, pues la hostilidad se nutre mucho de los agravios y
los rencores, y va creando un lastre negativo; guardar iras viejas
es hacerse “mala sangre”, y perdonar no
es tanto ser buen cristiano que ser buen vividor. Perdonarse a si-mismo y a
los demás, aprender la indulgencia y la tolerancia es clave en la salud de la
Madera, cuya virtud es el perdón. Reconocer
que los demás no nos hacen daño por maldad pero por inconciencia, y que más daño nos hacemos nosotros,
también por inconciencia. El “yo contra el mundo” que se crea por el
desequilibrio de la Madera se cura cuando uno también confía en que la vida es un viaje que nos viaja y que tiene
inteligencia propia, aunque no lo entendamos en el momento en el que nos sucede.
Si te sientes enojado, repítete “Me perdono por enfadarme”. Si alguien está
involucrado, también “Perdono a esta persona”.
¿Tienes algo que compartir sobre la ira? ¿Te apetece conocer una meditación para resolver la ira infantil bloqueada? ¿Quieres saber qué puedes comer o dejar de comer para limitar el enfado crónico y la hostilidad? ¡Si a alguien le interesa, que pregunte, y contestaré, pero de momento no me quiero explayar más!
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