ECOLOGIA EMOCIONAL (II) : LA IRA



He tardado… pero volvemos a la ecología emocional, y empezamos:

 ¿Qué hago con mi ira?

 


LA IRA EN MEDICINA TRADICIONAL CHINA



  La ira en MTC es la expresión emocional de la fase Madera, que resuena con la primavera y con el Hígado. El movimiento de la Madera es hacia arriba, muy impetuoso: es la primera savia abriéndose camino a través del tronco viejo para alimentar los brotes verdes. 
 La ira es  pues energía fluyendo hacia arriba: ¿quién no ha notado cómo le sube el calor en las mejillas y el tono de la voz al sentirse enojado?


En Medicina China, las emociones se consideran un fenómeno yang, expansivo e pasajero. La ira está diseñada para ser una emoción de corta duración, y si no se expresa de manera adecuada, ya sea equivocándose de blanco o por ser reprimida, se producen cambios en la secreción de hormonas del estrés, especialmente de cortisol. Esto tiene múltiples consecuencias para la salud, al afectar corazón y riñones provoca riesgo cardiovascular, hipertensión, sobrecarga renal. La ira crónica, u hostilidad, es común en personas con una Madera mal adaptada. Hablaremos de la hostilidad después.

EL LADO BUENO DE LA IRA


Hablemos del lado bueno de la ira. La ira canalizada y enfocada desemboca en la creatividad que necesitamos para vencer obstáculos, inventar soluciones ingeniosas a nuestros problemas, abrir camino hacia nuestras metas. Nos ayuda a no quedar paralizados cuando tenemos miedo, y a despertar la energía cuando la tristeza nos la ha robado.
 El Guerrero y el Visionario son los arquetipos de la Madera; saben cambiar de planes, tomar decisiones rápidas, retroceder cuando toca, o cambiar de dirección si hace falta. Se adaptan a la vida reconociendo lo que pueden controlar y lo que no, y reservan su ira para cuando realmente es necesaria, cuando es sagrada.



El brote parte la semilla en dos para salir a la luz y crecer como planta, y eso es la violencia sagrada de la vida que se expresa a través de la Madera,  en su estación, la primavera; es la energía del cambio, de la renovación/revolución, del crecimiento… 
Bien empleada, eleva nuestra energía para permitirnos crecer, y entonces enseguida dejamos de necesitarla; nos ayuda a cambiar circunstancias que no nos permiten crecer más; nos indignamos ante la injusticia, echamos abajo muros y limitaciones, y proyectamos en el mundo el cambio que queremos; en su polo “luminoso” es pues asertividad y creatividad, evolución y revolución.

 

 LA HOSTILIDAD: 5 PASOS PARA RESOLVERLA



Pero si llevamos la ira puesta como una camiseta interior; si sentimos frustración e impaciencia a menudo, desagrado por las cosas en general, y por nosotros-mismos; si nos sentimos negativos y cínicos, si no confiamos en nadie y menos en la raza humana; si acabamos a menudo enfrascados en discusiones estériles; si pensamos a la mínima que todo va a salir mal…. puede que hayamos caído en las redes de la HOSTILIDAD

Bueno… como hemos dicho antes la hostilidad es nefasta para el cuerpo,  porque el estrés que genera se repercuta a todos los órganos. ¿Y qué hacemos con ella?



1) ¿Yo, enfadado? Observa: ¿te permites expresar la ira o la eliminas por ser una emoción que te han dicho es “fea”? ¿La agresividad se manifiesta afuera, con otras personas o sólo en tu diálogo interno? ¿Te culpas o culpas a los demás? ¿Te repites mensajes negativos? Observa sin juzgar la hostilidad, reconócela, conócela, entiéndela. Te habla de tus necesidades emocionales. El primer remedio contra la ira estancada es reconocer y satisfacer nuestras necesidades (¡esperar que los demás las satisfagan no vale, sobre todo si no les informamos del plan!). 

2) ¡No te enfades contra el viento! Recupera el control, aprende a diferenciar: ¿Qué es lo que puedes cambiar, y qué no? Recuerda: el pasado no se puede cambiar, y el futuro aún está por ocurrir. Lo único que puedes controlar es tu respuesta al presente.  De la misma manera, cómo los demás te tratan es cosa suya, pero cómo tú les tratas es cosa tuya.  Acepta la responsabilidad de tus actos y emociones y no seas una víctima ni de las circunstancias ni de los demás. Cuando sientas que te estés enfadando, respira, observa a qué nivel puedes controlar la situación; ¡si no puedes controlar lo externo, sólo te queda controlar lo interno! Un remedio de urgencia para casos dificiles: coge tu dedo medio en la mano opuesta y aprieta, y toma cinco respiraciones. Mano de santo.
 
3) La paciencia es madre de la ciencia… cuando te pones nervioso porque tienes que esperar, aprovecha el tiempo: hazte consciente de la respiración, del cuerpo, haz unas respiraciones largas y profundas para sentirte y piensa: ¡la vida es un día! Si tienes que esperar, ¿para qué malgastar este tiempo en sentirte mal? ¡Aprovéchalo para ti! Si eres un impaciente que (además) toma café, prueba a dejar el café un par de semanas y observa como varia tu impaciencia en función de los cafés que hayas tomado. El ritmo que llevas es el tuyo o ¿es él que te autoimpones para no correr el riesgo de escucharte? 

4) ¡Sí pero es que este tío era muy tonto! Observa cuando proyectas tu ira: una persona que está internamente nerviosa o furiosa  tiende a proyectar su ira sobre la persona que tiene enfrente. Sin darse cuenta, puede estar hablando de una manera sutilmente agresiva y provocando que sus escenarios negativos se autocumplan. Si sabes que tienes que hacer algo que te pone nervioso de antemano (ir al médico, hablar con tu jefe o alguien que te cae mal, montar un mueble de IKEA… lo que sea!) reconoce en qué medida ya estás proyectando el cabreo que te produce tener que vivir esta situación. ¿Reflexiona: realmente estás obligado a vivirla? Si no, enhorabuena, puedes escaquearte… Si no tienes escapatoria, puedes decidir enfocarla de otra manera: visualízalo como si fuera un teatro, e imagina ahora que haces otro papel en la obra. Por ejemplo, en vez de pensar “Voy al médico, me van a hacer esperar, ni me va a mirar y me va a despachar con un ibuprofeno y voy a estar super-cabreada” y visualizar la escena correspondiente (siente como te sientes viendo algo así)  imagínate saludando amablemente al médico, explicándole bien lo que te pasa; imagina la médica atendiéndote lo mejor que sabe, tratándote cómo estás deseando; sintiéndote cuidad@ y agradecid@ (ahora siente como te sientes visualizando algo así).  Este tipo de ejercicio ayuda a reconocer y neutralizar la tendencia a proyectar la ira afuera. Te sorprenderás de lo mucho más sencillas que resultan las cosas cuando no proyectas tu ira sobre las personas y las situaciones. No hay nada que hacer; si te sorprendes siendo hostil, sencillamente, reconoce la hostilidad, obsérvala sin juicio, y déjala ir.  

5) Una palabra lo cambia todo: Perdón. Perdonar es clave, pues la hostilidad se nutre mucho de los agravios y los rencores, y va creando un lastre negativo; guardar iras viejas es hacerse “mala sangre”, y perdonar no es tanto ser buen cristiano que ser buen vividor. Perdonarse a si-mismo y a los demás, aprender la indulgencia y la tolerancia es clave en la salud de la Madera, cuya virtud es el perdón. Reconocer que los demás no nos hacen daño por maldad pero por inconciencia, y que más daño nos hacemos nosotros, también por inconciencia. El “yo contra el mundo” que se crea por el desequilibrio de la Madera se cura cuando uno también confía en que la vida es un viaje que nos viaja y que tiene inteligencia propia, aunque no lo entendamos en el momento en el que nos sucede. Si te sientes enojado, repítete “Me perdono por enfadarme”. Si alguien está involucrado, también “Perdono a esta persona”. 

¿Tienes algo que compartir sobre la ira? ¿Te apetece conocer una meditación para resolver la ira infantil bloqueada? ¿Quieres saber qué puedes comer o dejar de comer para limitar el enfado crónico y la hostilidad? ¡Si a alguien le interesa, que pregunte, y contestaré, pero de momento no me quiero explayar más!

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